Laura Freijo habla sin filtros: lleva más de veinticinco años conviviendo con la locura, y la abraza como camino de autoconocimiento, no como condena. Se hartó de psiquiatras y pastillas, y descubrió que la verdadera sanación está en el cuerpo, la escritura, la disciplina y el amor.
Dispara contra una ciencia que tapa síntomas en lugar de escuchar almas, y contra una sociedad que encierra a quien alumbra verdades que prefiere esconder. Pide a las familias compasión sin culpa; a los profesionales menos protocolo y más piel; y a los locos, valor para sanar su historia y soltar la dependencia química.
La locura es mi camino, declara Laura, y lo dice con la fuerza de quien ya cruzó un océano de aguas turbulentas, y volvió más libre.





